La “nueva situación” en la que estamos a consecuencia de la pandemia se prolonga, se nos hace larga y, por momentos, muy exigente. Hemos pasado del momento crítico inicial en el que nos preocupaba la emergencia sanitaria, al momento actual en el que empezamos a darnos cuenta que hemos perdido parte de lo que era “nuestra vida” y algunos (demasiados) a nuestros seres queridos, o a nuestros vecinos o conciudadanos. Empezamos a comprender que vamos a tener que convivir con las pérdidas y con el virus y  el riesgo que conlleva. Nos damos cuenta de que nos enfrentamos a una situación nueva con un alto nivel de incertidumbre. Podemos sentir miedo, tristeza, angustia por el futuro, desesperanza… Es normal sentirse a veces superado emocionalmente por la situación. ¿Qué podemos hacer para llevarlo mejor?

 

  • Recuerda una vez más que estamos preparados para adaptarnos: como especie y como individuos hemos sobrevivido adaptándonos a las circunstancias cuando no las podíamos cambiar y siempre hemos encontrado la forma de salir adelante. Venimos de una estirpe muy larga de “adaptadores” natos.
  • Acepta tus emociones: es normal en una situación como la actual sentir ansiedad, tristeza, rabia, culpa, miedo, impotencia, desesperanza. Es normal observar una cierta inestabilidad emocional con momentos en los que nos sentimos más tranquilos y esperanzados, y momentos en lo que sentimos miedo, tristeza, desesperanza, impotencia, enfado, rabia. Es normal sentirnos en ocasiones desbordados por nuestras emociones.
  • Sé comprensivo y compasivo con tus emociones y reacciones y las de los demás: en épocas de incertidumbre y sufrimiento es el momento de ser comprensivos y compasivos. Más que nunca necesitamos la comprensión y la compasión para fortalecernos y seguir funcionando. Cada persona va a reaccionar de manera individual y particular a esta situación y es importante comprender que no hay una forma correcta en lo que a las emociones se refiere. Hay personas que se sentirán solas y se resentirán por la falta de contacto social, otras se sentirán estresadas por conciliar trabajo y casa, otras sentirán miedo a salir a la calle o a relacionarse con los demás, otras negarán la importancia de los cambios, otras sentirán desesperanza por la falta de control sobre el futuro, otros saldrán corriendo a los espacios públicos y otros los rehuirán, y así hasta abarcar todos los matices individuales posibles. Solo desde la aceptación y comprensión de las emociones propias y ajenas podemos empezar a afrontar el malestar y regularlo para poder responder a las demandas de nuestro día a día. No huyas de tus emociones ni escondas lo que sientes. Es el primer paso para comprender cómo te está afectando esta situación y empezar a generar estrategias de afrontamiento.
  • Céntrate en tu día a día: es importante no huir de la experiencia actual, de lo que estamos viviendo. Solo estando presentes en ella podemos identificar nuestros recursos de afrontamiento y podemos centrarnos en lo que realmente nos toca afrontar a cada uno según nuestras circunstancias personales. No te anticipes. Es suficiente con responder a las demandas diarias y es lo que podemos controlar.
  • Haz proyectos a corto plazo: el que no sepamos cómo van a estar las cosas la semana que viene en lo que se refiere a nuestra autonomía, no significa que yo no pueda hacer proyectos a corto plazo: planificar mis paseos diarios, planificar menús, hacer arreglos en mi casa o cambios en el trabajo que sé que me van a ayudar sean cuales sean la circunstancias, hacerme una lista de música que quiero escuchar o de podcasts…Tener proyectos es parte importante de nuestro funcionamiento psicológico.
  • Adopta una actitud curiosa: la curiosidad nos ha sido muy útil a lo largo de nuestra historia como especie para progresar y afrontar las situaciones difíciles. En la actual situación adoptar una actitud curiosa va a ayudarnos a fijar nuestra atención en las preguntas que nos plantea esta situación y en explorar nuevas formas de usar nuestros recursos para responder. También es una actitud que nos induce a conocer y a aprender, y transmite el mensaje implícito de que siempre hay soluciones aunque nos las conozcamos en el momento actual. La curiosidad nos indica un camino y reduce la sensación de impotencia.
  • Apóyate en familiares, amigos y compañeros: expresa y comparte tus emociones y experiencias con las personas de tu entorno. Expresar nos ayuda a regular las emociones. Intenta que tu expresión sea clara y proporcionada y con las personas que sabes que pueden manejar esa expresión (otros adultos). Compartir nos hace sentirnos apoyados y acompañados y nos permite aprender de los modos de afrontamiento de los demás. Si crees que los demás pueden ayudarte en algo concreto, pídelo con claridad.
  • Pide ayuda: situaciones como la actual, tan exigentes en todas sus manifestaciones (confinamiento, concilación de trabajo y familia, pérdidas, duelos, contagios, enfermedad, situaciones económicas complicadas) pueden tener consecuencias psicológicas importantes. Si observas que tus emociones, pensamientos y/o comportamientos te dificultan o impiden afrontar tu vida cotidiana o las situaciones que se te presentan, no dudes en pedir ayuda profesional.

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